Hay casas que al entrar en ellas, como por un túnel del tiempo, nos sentimos en el siglo XIX; otras nos sitúan en la década de los ochenta, noventa... otras son intemporales, como de cuento, y ésta que ahora vemos es rabiosamente actual.
La casa es de una sola planta con techumbre a dos aguas,
y está toda pintada de blanco.
Todas sus habitaciones están abiertas al exterior, tanto por grandes ventanales como por puertas, de forma que el paisaje se incorpora al interior como si fuera un gran lienzo de color.
Todos su mobiliario esta seleccionado para no obstaculizar
la luz y el paisaje que penetra en la casa.
Mobiliario en blanco que multiplica la luz,
y lineas en negro en composiciones minimalistas.
Los dos dormitorios repiten el carácter minimalista del resto.
La casa es de una sola planta con techumbre a dos aguas,
y está toda pintada de blanco.
Todas sus habitaciones están abiertas al exterior, tanto por grandes ventanales como por puertas, de forma que el paisaje se incorpora al interior como si fuera un gran lienzo de color.
Y enfrentada a ese gran lienzo del paisaje,
la abstracción en blanco y negro del cuadro de Enrique Carlón
reafirma el estilo de la casa.
la luz y el paisaje que penetra en la casa.
Mobiliario en blanco que multiplica la luz,
y lineas en negro en composiciones minimalistas.
La librería y la estufa-chimenea introducen la nota cálida en el salón. Otro cuadro de E. Carlón refuerza las líneas y colores.
En la esquina opuesta del salón, un ancho pasillo con otra librería
comunica con las habitaciones y a la vez funciona de pequeño despachito.
Todo líneas rectas, opuestas a la gran entropia del paisaje.
Igual que los baños.
La inmensa luz que entra por las ventanas, que se refleja en los blancos y lo inunda todo, le da un sorprendente aire mediterráneo a esta casa en Asturias.
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