De viaje, mirandolo todo, entramos a éste cementerio
lleno de carácter y espíritu, donde se sentía
la soledad y la nada. Una puerta a otro lugar.
Nada más apetecible en una tarde lluviosa,
que regodearse en la contemplación de una tarde
de verano, de estiaje total, con el paseo placentero
de un lagartija, absorbiendo con deleite,
los últimos rayos del sol.