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25 may 2015

Entrecarrizos


El lugar menos esperado que te imagines, con una luz especial,
 se convierte en un lugar insólito y maravilloso.








      Y después, cuando la luz se marcha, todo queda apagado y                   deslucido, pudiendo pasar inadvertido para el que pasa, 
            dejándonos con el grato secreto de llevar en la cámara 
                                       un pequeño tesoro.

17 may 2015

Primavera en la Dehesa


                     En Castilla, la primavera se tiñe de amarillo.
    Los campos resplandecen dorados y las encinas en las dehesas
   se llenan de esas flores casi inadvertidas que aclaran e iluminan 
                              el verde ceniciento de sus hojas.


        El paisaje humanizado de la dehesa es reiterativo y regular.
 Sus encinas crecidas al azar, han sido seleccionadas por el hombre
     que ha decidido cual crecerá y cual no. Sus ramas  han sido        también podadas y los animales que pastan sus campos comieron
    sus brotes hasta una altura, dando el último toque estructural.


Pero el conjunto conseguido es de una gran belleza serena y a la vez inquietante, porque el que penetra en sus campos entra en un gran laberinto donde puede perderse, por la similitud de sus arboles todos parecidos, sus praderas onduladas o llanas, que te relajan y te seducen, y al cabo del tiempo ya no sabes de donde partiste.


          Arboles que te enamoran, por su gran porte y majestad,
          que te recuerdan aquellos arboles que pintabas de niño, 
                                 a la imagen de la encina.


          Paisaje que se viste de fiesta al llegar la primavera



9 may 2015

La Fragilidad de una arquitectura


   De viaje en éstos países, suelo hacer pocas fotos de arquitectura;
             excepto aquellas que en un momento determinado me sorprendieron por algo, o en las que la arquitectura entra a formar parte del entorno de las personas, que  en realidad es lo que más me
interesa.  En Nepal la arquitectura tradicional es de una gran belleza, que combina  los ladrillos macizos secados al sol con un gran trabajo de la madera, de un estilo riquísimo y propio del país. Sus templos, plazas y casas, junto con la gente que los anima, me encantan.















La desaparición de estos templos me produce una gran tristeza, y aunque tal vez reconstruyan algunos de ellos, siento que toda ésta destrucción acelerará aún más la globalización y la pérdida de identidad de un precioso país. Desgraciadamente el crecimiento, que no desarrollo, de Katmandú en las últimas décadas ya supuso la sustitución de muchísimas construcciones tradicionales por una arquitectura suburbial espantosa.